¿A quién le apetece una receta rica, rica, rica, fácil, fácil, fácil, sana, sana, sana y ligerísima? Quiero ver esas manos arriba XD.
He de decir que esta receta, aunque ahora está modificada y adaptada para que sea baja en carbohidratos, la descubrí hace años a través de internet. Si no recuerdo mal fue un vídeo de una página que seguía (puede que todavía siga pero no recuerdo cuál fue) en Facebook y que me llamó la atención. La receta que empecé a hacer incluía bastante más queso del que yo le añado ahora y una taza completa de pan rallado. Tengo que confesar que cuando decidí cambiar mi dieta para seguir una alimentación baja en carbohidratos esta era una de las recetas que temía no poder seguir preparando y, con la mano en el corazón, os digo que era una idea que detestaba. Por un lado estaba el tema de que a mi hija le encanta así que me llegué a plantear hacerlas sólo para ella y resignarme a renunciar para siempre a ellas. Pero no quería porque, ¡qué narices! ME ENCANTAN.
Os preguntaréis el por qué de este empeño si, en opinión de la mayoría, el brócoli no es precisamente la verdura más rica del mundo (aunque yo discrepo total y absolutamente). Pues es fácil ya que, además de estar riquísimas (tened fe, probadlas y ya me lo contaréis) el brócoli es un alimento completísimo y súper versátil (puede que la comunidad dietética no lo considere así pero para mí es un súper alimento). Además de todos los beneficios propios de las verduras (fibra, desintoxicante, hidratante…) es una gran fuente de calcio (además de sus conocidísimas bondades para los huesos, el calcio es esencial para el sistema nervioso central, por ejemplo). Por si no lo sabéis, aquí va una mini lección de nutrición: muchos de los minerales que ingerimos no llegan a ser absorbidos ya que no sólo es necesario su consumo sino también su combinación con otros nutrientes y/o minerales para su óptimo aprovechamiento. Bueno, pues para que el consumo de calcio sea lo más provechoso posible debería consumirse, entre otros, con vitamina D, K y magnesio. ¿Y a que no sabéis qué? El brócoli es una buena fuente de todos ellos. Por lo tanto, ¡punto y partido para el brócoli! Fin del tostón sobre nutrición.
Así que, tras analizar la situación y decidir que las hamburguesas de brócoli se quedaban en mi vida no me quedó más remedio que darle vueltas a la cabeza para decidir qué ingrediente iba a sustituir al desterrado pan rallado. Inicialmente pensé en rallar cualquier pan cetogénico pero, entre nosotros, aún no había encontrado el pan ceto que realmente me gustara (aunque como os comparto en otro post, finalmente lo encontré), así que la opción tampoco es que fuera muy viable. También probé a hacerlas sin ningún sustituto del pan rallado pero, hacedme caso que ya he estado ahí, no lo hagáis a menos que queráis encontraros con una sartén llena de trocitos de brócoli con queso que, aunque están muy buenos, no son lo que estamos buscando (al menos no en ese momento).
En mi búsqueda de “Eldorado” llegué a probar a hacer una sustitución con harina de almendra pero tampoco es algo que recomiende por varios motivos: le da mucho sabor (a veces a mazapán y es un sabor que no puedo soportar), le da mucha densidad calórica con lo cual parte de la gracia de estas hamburguesas (que son relativamente bajas en calorías ya que depende mucho de la cantidad de queso que le añadas), es bastante caro (para que cumpla su función habría que echarle una taza que vienen a ser unos 100 gramos, aproximadamente) y puede quedar un poquito arenoso.
Llegados a este punto tengo que confesar que estuve muy cerca de rendirme… Bueno, no, pero ya me sentía un poquito frustrada. Probaba y probaba y, aunque no eran desastres absolutos porque el resultado era aceptable, no era lo que buscaba. Hasta que un día ¡EUREKA! el psyllium apareció en la ecuación proporcionando la solución perfecta.
Por resumir y no hacerme pesada, el psyllium es la parte externa de la semilla de la Plantago Ovata una planta muy utilizada para prevenir y ayudar solucionar el estreñimiento ya que es muy rica en fibra soluble. Gracias a esta fibra soluble cuando lo mezclas con huevo o líquido crea una sustancia viscosa y da esponjosidad, propiedad muy apreciada para preparar panes sin gluten ya que, además de dar un sabor muy rico tipo a pan fermentado (el pan sin gluten no fermenta precisamente por la falta de gluten) hace que tenga “miga”. Esto me hizo pensar que podría servirme con las hamburguesas y, ¿sabéis qué? Funcionó. Al reaccionar con el huevo, el psyllium consigue ligar los ingredientes además de darle un toque esponjosito riquísimo. Además, no se necesita mucha cantidad ya que, para aproximadamente 500 gramos de brócoli, sólo se necesitan unos 30 gramos de psyllium (no aconsejo añadir mucho más ya que aporta sabor y puede interferir en el del brócoli pero, como siempre digo, es cuestión de gustos y de cada uno encuentre el punto perfecto para sí mismo).
Que diréis vosotros que menudo rollo os he soltado para deciros que he cambiado el pan rallado por psyllium, ¿no? Pero no es sólo eso. Con mis posts, además de compartir las recetas low carb que he ido descubriendo y adaptando a mi vida, también quiero animaros a que experimentéis en la cocina. Yo también tengo días en los que tiro de internet y copio paso a paso las recetas, a veces un poco por miedo a meter la pata, a veces porque no tengo tiempo de pararme a improvisar. De hecho, cuando descubro una receta, suelo hacerla tal cual la encuentro, pruebo el resultado y voy quitando y poniendo según mis gustos personales. Otras veces, no me queda más remedio que hacer cambios porque muchas de las recetas cetogénicas que encuentro son de blogs americanos o británicos y no siempre tenemos los mismos tipos de alimentos. Pero sobre todo os animo a que experimentéis, creéis y, por supuesto, os equivoquéis. Uno de los bizcochos cetogénicos más ricos que he hecho se me ocurrió tras probar una receta de pan keto con la que me había ilusionado sobremanera y resultó ser un chasco (para mí).
La mayoría de las veces, de los errores que cometemos crecen las semillas de nuestros mayores aciertos. Así que probad, equivocaos y volved a probar porque el acierto puede estar mucho más cerca de lo que sospecháis.
Y, por supuesto, compartidme vuestras opiniones, cambios, ideas y recetas porque estoy deseando leeros.
¡Gracias por estar!
Riquísimas y fáciles hamburguesas de brócoli. Se preparan en un momento y quedan deliciosas. Son ligeras, sanas y te van a encantar. Picamos el brócoli hasta que queden como un arroz Batimos los huevos y los mezclamos con el brócoli Añadimos la mozzarella rallada, la sal, la cebolla y el psyllium husk hasta que esté todo bien integrado Le damos forma de hamburguesas con las manos Calentamos el aceite en una sartén Doramos las hamburguesas por ambos lados y ¡a disfrutar!Hamburguesas de brócoli
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Instructions
Nutrition
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