No, no se me ha ido la cabeza (todavía). Y, antes de torcer el gesto y decir “Yo esto no lo pruebo” os pediría que le dierais una oportunidad a esta receta porque, creedme que estoy segura de que os va a sorprender muy gratamente. Es una receta que yo llamaría “inclusiva” ya que no lleva gluten y es muy fácil de veganizar si fuera necesario ya que el único ingrediente que habría que sustituir es el huevo.
Además, es muy fácil de hacer ya que se trata de mezclar los ingredientes y ya está. Lo único un poquito más “complicado” sería el tema del calabacín pero, ya veréis que, después de que os lo explique con un poco de calma, es una tarea bien sencilla.
Como la receta ya está explicada abajo y, además, está el vídeo explicativo para aquellos que preferís ver “la acción”, aprovecho el post para daros trucos a la hora de hacer la receta y, además, algún consejo para combinarlo (aunque sólo está de muerte y no necesita acompañamiento de ninguna clase).
Como adelantaba un poco más arriba, la parte más delicada (por decirlo de alguna forma) es el tema del calabacín. Tiene que estar rallado (en crudo). Yo utilizo el rallador típico que tiene cuatro caras por la cara de los agujeritos más pequeños. En la receta pongo que se necesita una taza de calabacín rallado pero, para que os hagáis una idea, viene a ser un calabacín de tamaño medio (400-500 gr cuando está entero). Una vez rallado necesitamos quitarle casi toda el agua que tiene que, en el calabacín, es muchísima. Para hacer esto hay varias opciones y empiezo a contaros cuál es la que me ha funcionado mejor a mí porque, como ya sabréis, he probado más de una antes de encontrar la que considero mejor. Mi modus operandi es el siguiente:
- Una vez que tengo el calabacín rallado, voy cogiendo bolitas que me quepan en la mano y las voy aplastando intentando sacarles todo el líquido posible (haced esto encima del fregadero o de un recipiente por favor). El jugo que sale yo no lo aprovecho para nada pero si alguien sabe para qué se podría utilizar ¡que lo cuente!
- Tras haber secado todo lo posible el calabacín vamos a dejarlo reposando para que pierda aún más líquido ya que aún le queda bastante. Lo que yo hago es utilizar un colador de tela: coloco dentro todo el calabacín (a estas alturas ocupa poco), lo sitúo sobre un recipiente y, encima del calabacín, pongo algo que pese para que vaya aplastando y, al mismo tiempo, sacando el zumo. Esto lo suelo dejar unas horas. Al principio parece que no sale nada, pero a la vuelta de un rato, suele haber bastante líquido en el fondo del recipiente.
Una vez que ya hemos sacado el zumo del calabacín, sólo queda mezclar los ingredientes en el orden adecuado.
Antes de añadir el chocolate y las nueces troceados, paso toda la mezcla por la batidora y, aunque no es necesario hacerlo, os explico mis motivos. Al principio no lo hacía así y el brownie que resultaba estaba buenísimo pero, al masticarlo, se notaban las hebras del calabacín. En realidad no estaba malo y, de hecho, tenía su gracia, pero con el paso del tiempo llegaba a hacerse incómodo sin llegar a ser desagradable. Además, el brownie ha de ser cremoso y deshacerse en la boca y la textura que daba el calabacín sin batir no era la que buscaba. Por eso, como decía, cuando ya están mezclados todos los ingredientes salvo el chocolate y las nueces, paso toda la masa por la batidora de brazo durante un minuto o así, hasta que quede una pasta homogénea. Cuando ya tiene la textura que me gusta, es cuando le añado el chocolate picado y/o las nueces troceadas. No es necesario añadir los dos si no queréis pero a mí me encanta encontrarme trocitos duros cuando me como un trozo.
Sobre el tema de endulzar el brownie. Hay muchas formas de hacerlo. La más sencilla de conseguir es el azúcar pero, sinceramente, si podéis evitarla os aconsejaría que lo hicierais. Y con azúcar me refiero también al azúcar moreno, a la panela, azúcar de coco, etc. Todo es azúcar y tienen inconvenientes similares para la salud. Hay gente que endulza con miel pero tampoco es algo que recomiende porque, si bien es cierto que, además de dulzor, aporta minerales y otras sustancias interesantes, es básicamente fructosa que no deja de ser un azúcar. Los dátiles triturados no serían una mala alternativa ya que, aunque también tienen bastante fructosa, incluyen además fibra, minerales y vitaminas que podrían ser interesantes. Dicho todo esto, yo prefiero utilizar eritritol que es un polialcohol (en otro post comentaré las diferencias entre los diferentes tipos de endulzante). Otros polialcoholes son el xilitol, el maltitol, el lactitol, entre otros. También se podría utilizar estevia pero no me gusta el sabor que deja en el fondo del paladar. La cantidad del endulzante dependerá un poco del que utilicéis ya que cada uno tiene un poder edulcorante distinto y, por supuesto, cada persona tiene un gusto diferente. Lo que sí quiero puntualizar es que el eritritol endulza en torno a un 75% en relación al azúcar y en mi casa cada vez nos gustan las cosas menos dulces. Dicho esto y, en función del producto que utilicéis, la cantidad a añadir será variable.
¿Y con qué lo podemos acompañar? Sin ningún lugar a duda con helado de vainilla. Si, además, le dais un golpe de calor en el microondas (20 segundos) al brownie la mezcla es deliciosa. Pero, claro, esta es la combinación más clásica y conocida de todas. Otra opción puede ser con nata montada (si la montáis vosotros os garantizo que os gustará más porque podéis ajustar la dulzura a vuestro paladar). Y otra forma que, personalmente me encanta aunque intento no abusar de ella es con crema de cacahuete (también va genial con crema de avellanas), a ser posible casera (sólo tienes que poner los cacahuetes en una batidora y tener la paciencia suficiente de esperar hasta que se conviertan en crema).
Como siempre, espero que probéis y me contéis cómo lo mejoraríais. ¿Se os ocurre alguna otra combinación? Compartidla en los comentarios.
¡Gracias por estar!
Rallar el calabacín y quitarle todo el jugo que se pueda (envolviendo en un trapo y apretando) En un bol mezclar bien el huevo, el eritritol, el aceite y la vainilla. En otro bol mezclar las harinas, la sal, el polvo de hornear y el cacao. Unir ambas mezclas y revolver hasta que estén bien integradas. Añadir el calabacín y, con una batidora, hacer una pasta homogénea. (Opcional) Añadir chips de chocolate, almendras, nueces, avellanas... Extender en una bandeja de horno (debe tener una altura de entre 1.5 y 2 cm) Llevar al horno precalentado a 180º hasta que, al clavar un palillo, salga limpio La información nutricional está calculada en base a una ración de 70 gr que es bastante grande y sacia muchísimo.Brownie de calabacín
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